Cuidado con las expectativas

Te habrá pasado más de una vez que las cosas no te salieron como esperabas. Te hiciste un plano perfecto en la cabeza de cómo iban a ir sucediendo. Hasta le pusiste plazos y todo. Dejame adivinar. Algo falló en el medio…

La mayoría de nosotros vivimos en un mar de expectativas. Esperamos que las cosas sucedan tal como las organizamos en nuestra cabeza.
Somos tan adictos a ellas que no solo las tenemos para nosotros, sino también para todo lo que nos rodea.
Tenemos expectativas para con nuestros hijos, pareja, amigos, padres, encuentros, cursos, trabajo, etc. etc. etc. ¡No se salva nada ni nadie!

Las expectativas nos sirven para imaginarnos un futuro, nos hacemos una idea de cómo queremos que pasen ciertas cosas y esto nos hace bajar el nivel de incertidumbre.

Pero, ¿qué pasa cuando nuestras expectativas no se cumplen? ¡Nos frustramos! Porque aparece la famosa brecha entro lo que esperábamos y lo que realmente sucedió.
Nos sentimos culpables por no haber hecho lo suficiente o culpamos a los demás por como terminaron pasando las cosas.

A mayores expectativas, mayor es la posibilidad de que la brecha sea bien grande y por lo tanto, mayor es el nivel de frustración que sentimos.

Y como no nos gusta sentirnos frustrados, usamos toda nuestra energía para “controlar” que cada pieza encaje dentro del rompecabezas mental de expectativas que nos armamos. Cuanto más rebelde es la pieza, más control ejercemos para hacerla calzar de una u otra forma.

Si llegaste hasta acá, probablemente hayas resonado de alguna manera con las líneas anteriores, por lo que estas preguntas son para vos:
¿Cuánta energía gastás en controlar? ¿Vale la pena? Lo que querés controlar, ¿lo terminás realmente controlando? ¿Para qué controlás? ¿Qué es lo peor que puede pasar si las cosas no se dan como esperabas? ¿Puede haber otras alternativas? ¿En qué otra cosa podrías invertir tu energía?

¿Por qué te pregunto todo esto?

Porque el control que ejercés en un intento por cubrir tus expectativas, tiene un costo.

El gran costo del control es no estar en el presente, ya que el mismo te lleva a pensar en el futuro, porque lo que está pasando ahora mismo ya no lo podés cambiar.

Vivir en el futuro te da una sensación de control, de manejo de la situación y falta de incertidumbre. Pero este control es pura ilusión ya que siempre habrá una infinidad de factores externos que no dependen de vos.

A menores expectativas, más probabilidad de vivir en el presente. No estás a la espera de tal o cual cosa, aceptás los hechos como se te presentan y esto te da la posibilidad de disfrutar, relajarte y dejarte sorprender por lo que está ocurriendo en ese mismo instante.

En un mundo tan cambiante e incierto, que la realidad coincida con tus expectativas es una misión prácticamente imposible.

El bajar tus expectativas evita que te frustres y te permite ir más liviano, con la apertura para asombrarte y aprender de lo que la vida te regala en cada momento.

Flor Barreiro
- Life Coach -

Soy coach profesional y disfruto de acompañarte en la búsqueda de tu propósito de vida, de tu propio para qué, y que desde allí puedas empezar a diseñar tu futuro y a hacerte cargo del cambio que necesites.

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