Dolores llegó a su sesión de coaching muy angustiada. Y casi sin mediar saludo, me dijo con la voz entrecortada y con el llanto atrapado en la garganta: ¡Estoy harta de la misma historia de siempre!

Le pedí que se explayara sobre aquellas cosas que la habían hartado y que conformaban la historia de su vida. Me contó que se sentía apagada, desconectada, sin entusiasmo. Estaba cansada de ver a sus días como una rutina que le pesaba. Se levantaba de la cama en piloto automático, sin otra razón que la impulsara más allá de sus hijos. Si bien había cosas que le atraían, se ponía frenos y las terminaba descartando. Hacía cosas que no la gratificaban y que, según ella, no aportaban ningún valor. 

Esto se repetía año tras año. Siempre la misma historia. Y ella era la protagonista, aunque no lo sabía.

Su mirada no estaba puesta en ella, sino en las explicaciones que se contaba de por qué estaba como estaba.

Se sentía angustiada pero no sabía qué hacer con esa angustia. Había hecho su mejor esfuerzo para mejorar, como si hubiera algo en ella que estaba mal y había que arreglar. Fue en vano. La historia se repetía y la angustia seguía presente.

Si te sentiste identificado con la historia de Dolores, quiero decirte que no hay nada malo en vos, ninguna falla ni algo que haya que arreglar. Solo estás siendo una persona, como cualquier otra, que se siente angustiada porque hay algo que le duele.

Dicho esto, te propongo un ejercicio para que puedas reflexionar sobre tu historia hasta hoy y la que te gustaría crear para adelante.

¿Te animás?

Te invito a que cierres los ojos y te imagines en el centro de una gran sala llena de gente. Un reflector que se encuentra ubicado en el techo está apuntando directo hacia vos. Quedás totalmente iluminado mientras todo a tu alrededor se oscurece. Sólo te ves a vos mismo.

¿Qué ves? ¿Qué historia te contaste de vos? ¿Tu forma de pensar, aquella que te definió hasta ahora, es algo que te gustaría conservar? O por el contrario, ¿te gustaría invitar a tu vida una nueva manera de ver las cosas?

¿Por qué te pregunto todo esto?

Porque no somos seres estáticos, atrapados en una forma de ser que nos define y que es inmutable. Nada está congelado. No estamos congelados. No “somos” definitivamente de esta manera o de esa otra, sino que “estamos siendo”. Y en este “estar siendo” es donde se abre un mundo de posibilidades porque podemos cambiar algo que pensábamos que no era posible hacer. Podemos cambiar, transformarnos y elegir el futuro que queremos para nosotros.

Y vos,  que estás parado hoy en el centro de este gran escenario donde solo te ves a vos mismo, ¿qué futuro te gustaría diseñar? ¿Qué nombre te gustaría ponerle a la película de tu vida?

Dolores podría ser cualquiera de nosotros en algún momento de nuestras vidas. Yo también fui Dolores algunos años atrás. Ahora podés ser vos.

Si te sentís Dolores, te pido te imagines por un momento que tenés muy en claro cuáles son tus talentos y pasiones. Que te sentís pleno y realizado, lleno de energía y entusiasmo.

Quizá lo hayas visualizado rápidamente. Tal vez te cueste mucho crear esa idea.

Sea como fuere, puedo trabajar con vos para que tu angustia desaparezca. Y para que el nombre de la película sea el que vos elijas.